martes, 5 de enero de 2010

Le devolví la sonrisa sin mucho convencimiento..y no tardé en salir de la habitación.
Durante el camino de regreso a casa decidí no pensar mucho en lo extraña que había terminado por ser la tarde.

-¿Qué tal, cariño?

-No me beses mamá ya no soy un niño...¡vale!

-Bueno, no te pongas así -me miró con cara de preocupación- Debes estar muerto de frío. Ven que te preparo algo caliente. ¡Y deja el abrigo en su sitio!-mi madre era una persona adorable, y nunca se cansaba de repetirme una y otra vez las mismas cosas.
-¿Por qué has tardado tanto?¿Vive muy lejos tu compañero o es que tenías mucho que explicarle?-esperó unos segundos en los que no me dio tiempo a asimilar como sería mi respuesta.-Bueno no hace falta que me lo digas, habrás tenido tus razones, pero la próxima vez haz el favor de avisarme antes de marcharte, ¿quieres?- y tampoco esperó a que contestará.

Me acosté antes de que mi padre volviera.
Esa noche soñé con una niña pequeña y un conejo gigante que sonreía y perseguía un susurro...